Propositos y deseos del 2004
Pido una disculpa: este mail no es lo que dice el subject. Creanme que por más que me esforcé en escribir mis tradicionales propósitos, deseos y anhelos de año nuevo, no logré encontrar ninguno.
La inspiración simplemente no llegó. La musa me abandonó.
Para los que saben porque, entenderán la razón, y para los que no saben la entenderán a continuación.
Ciertamente hay mucha tristeza en mi… Y la verdad, tengo también cierto recelo en escribir mis deseos porque me aterra la idea que solo sean desahogos o lamentos. Por eso decidí mandarles la eulogía que escribí en memoria a mi padre (ahora si para los que no sepan: fallecido el 6 de diciembre 2003 (y perdonenme por avisarles asi)).
Espero no amargarles el espíritu de fin de año… como compensación puedo mandarles los propósitos de años anteriores nunca antes publicados totalmente gratis…
“Hace varios años, cuando era estudiante de matemáticas, me crucé con un concepto llamado “logaritmo”. Le pregunté a mi profesor que me explicara en detalle esa función. La explicación matemática me dejó más confuso. Sentí que había abierto una caja de pandora y que mi profesor no iba lograr explicar el logaritmo. Le insistí… al final, muy al final me dijo:”Dany, el logaritmo nadie lo puede entender”.
Y así, si tuviera que describir a mi papá con una sola palabra, no cabe la menor duda que esa palabra seria: “logaritmo”. Para mi no era Víctor Saadia. Para mi no era “papá”. Para mi no era “jefe”. Para mi era: “el logaritmo” … Así lo llamaba, así lo conocían mis amigos… y junto con eso empezó todo un estilo de vida: mis amigos me decían que le pidiera prestado el logaritmóvil, que su logaritmoda estaba bien cool con sus inseparables lentes ray-ban obscuros…
Existirá la función logarítmica, pero él fundó la educación logarítmica gracias a la cual nos enseño en creer en nosotros mismos, en ser nosotros mismos, en conocernos a nosotros mismos y sobretodo en aceptar nuestras propias responsabilidades, solos, cuando decía: “fais comme tu veux” (haz como quieras).
Era testarudo. Su mente no era una mente común, era una mente sumamente compleja y muy saabia. Ningún libro, ninguna biografía, ningún documental podría describir quien era mi papá.
Logarítmicamente, nos quiso con la pasión y la devoción con la que trabajaba día con día.
Y sé que la gente que lo conoció, la gente que convivió con él, la gente que tuvo la suerte de platicar con él, sabrá a que me refiero.
Hace año y medio, tuvo un accidente que lo mandó en 4 ocasiones diferentes al hospital. Y a sus 84 años, salió adelante. Me acuerdo un día en que lo vi haciendo su terapia física y finalmente caminar con su forma tan peculiar de caminar. La visión duró en su toatlidad sólo medio segundo pero marcó el resto de su existencia en mi cabeza. Hasta el día en que, despues del incidente en que su voz y su habilidad de hablar –ese tesoro tan necesario para transmitir la “filosofía logarítmica”- sufrió su baja permanente, mis pensamientos, sin dejar de ser las mismas angustias neuróticas y obsesivas propias de mi ser, señalaban hacia la esperanza y al tan anhelado sentimiento de final del túnel… Pero un final del túnel alterno llegó… ya no lo volveré a ver. Ni siquiera podré acercarme a él…
Se fue, dejó su olor peculiar y desapareció entre las personas que lo quisieron, y nos fuimos transformando en arbustos de un bosque de tristeza y melancolia…
Ahora el bosque es hermoso, obscuro y profundo.
Victor Saadia. El puro nombre tiene 85 años de vida… 85 años de pura vida…
Se ganó a pulso su descanso. Descansa en paz, cher “Logaritmo”.
On t’aime papa.