Brutal-truth money

Brutal-truth money

En nuestra última entrada, hablábamos de la matanza del cerdo refiriéndonos a la contabilidad creativa de los grandes estudios, diciendo que lo primero era desangrar al animal (nota aclaratoria: como están de moda las metáforas, en este caso, el “animal” es el inversionista privado (o el productor independiente) que firma un contrato con un estudio). El desangre empieza con los ingresos brutos (GROSS RECEIPTS) y acaba con los beneficios (PROFITS), y es entonces cuando la habilidad del carnicero-destazador (contadores) con el cuchillo hace que al animal (inversionista) nunca le dé tiempo de disfrutarlos.

Ahí va un esquema aclaratorio, obra de Harris Tulchin, un amigo y abogado de la industria, autor del libro The independent film producer´s survival guide.

La fórmula contable es muy sencilla:

INGRESOS BRUTOS
menos comisiones de distribución
menos gastos de distribución
menos costos del financiamiento
menos costos de producción
menos gastos generales
menos participaciones de terceros

Igual a BENEFICIOS

Luego cada ventana (Cine, Blu-Ray, VOD, etc,) tiene su propio esquema, pero sirva lo de arriba para dar una idea general. Como dice Gabriel Campisi en su libro Guide to writing a business plan for investors, se produce el efecto del Tótem Indio en el que el dinero se filtra de arriba a abajo interminablemente hasta que llega (si es que llega) a los inversionistas.

Pero por si al pobre animal aún le da por caminar à la Walking Dead (o sea: que el inversionista vea algo de dinero), los contadores han encontrado la manera de despedazarlo y evitar que asome el hocico a la dorada bellota de los beneficios. Como sería muy largo enumerar cada una de las prácticas contables indecentes, enumeraré las que más me llaman la atención:

– En los días del video (Home Entertainment) los estudios pagaban royalties a las películas de un 20%, alegando gastos de fabricación (a la que decían que había que dedicar el 80% restante). Sobre ese 20% -si la película era del propio estudio- cobraban además la comisión de distribución y gastos. Es decir, una película como “Gone in 60 seconds” que ingresaría 198M de USD por ventas y alquiler de video, por ese sistema se imputaba como beneficio de la película sólo 18.4M de USD (ni el 10%).

– Los estudios suelen tener una tarifa plana de gastos generales (overheads) del 15% del costo de la película, aunque un productor independiente haya levantado el proyecto entero.

– Harris Tulchin nos advierte también de que aunque los estudios financien tu película, te cobran más que un banco, de hecho a veces piden prestado tu dinero porque les sale más barato de lo que te cobran. Así que cobran más de 2 puntos por encima del precio del dinero, y el peligro es que empiezan a cobrar intereses antes de que lo recibas y después de recibir los ingresos. Ejemplo: 9.000.000 de dólares de intereses para producir IRON MAN 3 de un dinero que habría que ver de dónde lo han sacado. Otro ejemplo: A ‘Gone in 60 seconds’ con un costo de producción de 103M de USD, Disney le cargó ¡41M de USD de intereses a lo largo de tres años! (lo he tenido que comprobar 3 veces antes de publicarlo).

– Recuerdo la anécdota de un director que llevaba su propia agua mineral al set porque el estudio se la cargaba a la producción a 10 USD la pieza. El uso de instalaciones y servicios de los estudios y sus tarifas estratosféricas que por obligación hay que aceptar es otra forma de despiece. No es de extrañar que Terminator 3 costara 300.000 dólares por día de rodaje.

Pero hay otras formas de hacerlo. Hay inversionistas que han visto beneficios y conservado su integridad física por el camino. Eso en la próxima entrada: Wise money.