De ego a egos
“Sé flexible como un junco y no rígido como un ciprés”
Talmud
Mi rabino estaría orgulloso de que sus lecciones hayan servido para algo (de hecho sería lo único de lo que estaría orgulloso de mi, pero esa es otra historia). Y es que no se puede tener más razón. La flexibilidad es entre todas la mayor de las virtudes, y sobre todo para oficios relacionados con el arte y de naturaleza cooperativa.
Cuando el resultado final (de cualquier actividad) y el tiempo y el presupuesto dependen de ti, y tú tienes la última palabra (la quieras o no) ser flexible es la única manera de hacer las cosas de la mejor manera. Con la flexibilidad combates tus dos mayores enemigos: el ego (tú mismo) y la falta de perspectiva (en otro post hablaré como prometí de la magia del cambio de perspectiva (Lateral thinking)). Y para dar contraste a la cita de antes ahí va otra de Oscar Wilde: “Cuando la gente está de acuerdo conmigo siempre siento que debo de estar equivocado.”
Toda virtud llevada al extremo te puede llevar a un defecto, hay una deriva peligrosa entre escuchar todas las opiniones (y reconocer cuándo estás equivocado) tomando una decisión bajo tu criterio, y tomar una decisión sólo bajo el criterio de que coinciden muchas opiniones. Es entonces cuando la flexibilidad acaba en falta de criterio o de liderazgo.
Yo siempre estoy dispuesto a escuchar, y los que trabajen conmigo pueden guardar esta frase para el futuro, pero la decisión final tengo claro que es siempre mía. Aceptando las grandezas y las miserias que conllevan.
Para terminar, les dejo una frase que me he creado para estos procesos creativos. La pueden usar con exceso (y luego se la atribuyen a Einstein):
El fracaso es personal, el éxito es compartido.