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Mi TOP 10 del 2019

Cada año, Dan Campos invita a críticos, cinéfilos y tuiteros con opiniones sobre cine (sí existen), a publicar el TOP 10 de películas del año. Esta es la 13a edición de los Cinéphiles y esta es mi lista del 2019.

 

P.S. Sólo resaltar que Dan Campos tiene un Patreon donde publica semana con semana noticias relacionadas con el cine. Si quieren ver todo el dossier de los Cinéphiles Cine-Files, basta unos cuantos clicks en esta liga.

 

P.S.S. Por si quieren quieren seguirme en Letterboxd.

 

Dany Saadia TOP 10 2019 Cinephiles

Dany Saadia TOP 10 2019 Cinephiles

The Last Jedi de Marvel

AVISO: SPOILERS

 

Antes de empezar esta crítica, me parece importante explicar un concepto crucial que me parece completamente olvidado en The Last Jedi. Es “La Fuerza”. En palabras de Obi Won Kenobi “The Force is what gives a Jedi his power. It’s an energy field created by all living things. It surrounds and penetrates us. It binds the galaxy together.” (“La Fuerza es lo que le da a un Jedi su poder. Es un campo de energía creado por todos los seres vivos. Nos rodea y nos penetra. Es lo que une a la galaxia”). Recuerdo escuchar esta definición que me marcó y creo que marcó a varias personas de mi generación.

 

De igual manera quiero explicar qué es “El Lado Oscuro”. George Lucas nos dice que El Lado Oscuro es una perversión de la Fuerza. Mientras los Jedis usan la Fuerza de manera altruista, los Siths lo usan de manera egoista. El Jedi deja que la Fuerza lo guíe, se rige por la voluntad de la Fuerza y trata de ignorar sus propias emociones. El Sith usa la Fuerza para sus propias necesidades y usa sus propias emociones para dominar y guiar a la Fuerza. Por eso Anakin Skywalker abraza el Lado Oscuro para tratar de salvar a la mujer que ama, por eso Luke se rehusa a matar a Darth Vader: entiende que estaría usando sus emociones y su ira para vencerlo y estaría sucumbiendo al Lado Oscuro.

 

Sin duda, el mundo de Star Wars es maniqueo y eso es algo que Disney y Rian Johnson desecharon como trapo sucio. Ahora sus personajes son unos superhéroes, quasi-perfectos, con algunas pocas responsabilidades, que cometen errores pero que nunca enfrentan consecuencias y que convierten a la Fuerza en un superpoder de Marvel. La Fuerza se ha transformado en un McGuffin irrelevante pero responsable de todas las acciones para justificar absolutamente todo. (Sólo recuerden la escena de la pelea entre Kylo Ren y Rey en el último episodio). En las trilogías anteriores, el uso de la Fuerza estaba clara y tenía una escala identificable. Pero ahora Snoke puede conectar a Kylo y Rey a través de la Galaxia y Luke puede pelear a distancia.

 

Que Rian Johnson haya decidido filmar en cámara lenta varias escenas, hacer tomas tipo Matrix, crear flashbacks estilo Rashomon y usar voces en off pone en la mesa de discusión el tema central de la película: la caducidad de Star Wars. Contrariamente a lo que dice Luke en The Last Jedi, los Jedis no fueron vencidos a causa de su orgullo. Fueron vencidos por ayudar a la República y jugar a ser políticos. Se convirtieron en peones. Y por eso me parece increíble, que Disney decidiera olvidarse de todos los back-stories sólo para matar el pasado. Inverosimilitudes hay miles, pero daré sólo un ejemplo: ahora basta que una nave rebelde se convierta en kamikaze para destruir cualquier nave enemiga. ¿Por qué nunca usaron esa táctica para destruir a las Estrellas de la Muerte en todos los episodios anteriores? ¡Vaya Rebeldes pendejos buscando siempre penetrar a través de los campos magnéticos y destruir el “Master Switch”!

 

George Lucas estableció su estilo y sus reglas en sus dos primeras trilogías, y todos las aceptamos. Star Wars nunca necesito una mega estetización de la imagen. Siempre se basó en una edición y un estilo elegante, sobrio, que trabajaba siempre con inigualable armonía con la poderosa música de John Williams. Los personajes siempre destacaban con sus defectos y cualidades a pesar de sus diálogos y errores garrafales de escritura y de actuación. Las secuencias del uso de la Fuerza eran significativas y codificadas.

 

En resumen, el Episodio 8 no es ninguna innovación. Es una capitulación. Una rendición. Y ni modo: es el lado triste del cine, encarnado por el post modernismo que estamos viviendo, presente a últimas fechas en todas las producciones de los grandes estudios, y que desafortunadamente, se devoró a mi Star Wars también.

 

Y para todo aquel que está de acuerdo con borrar el pasado y darle paso a este imperio mercantilista, los dejo con la imagen de una heroína: antaño sexy y símbolo de toda una generación, hermana de un verdadero Caballero Jedi, volando en el espacio cual vulgar abuela con Alzheimer.

 

Como dijo un amigo: “El Héroe ya no es legendario. Ya es ordinario”.

A mi JEFA

Mi mamá ya no caminaba, ya no veia, ya no hablaba. Su vida estaba contenida en un cuerpo envejecido. Su dignidad la había abandonado.

La pérdida de alguien tan cercano nos manda siempre a la pregunta de la existencia misma. Rabinos vienen, rabinos van y nos explican qué es el “alma”. Si se crea antes de la concepción o durante la gestación? Cuántas almas pueden haber en el universo? Si existe la multiplicidad de las almas? Y si esas almas tienen la facultad de despertar?

Pero todo es un misterio y también una ilusión que nuestro conocimiento, nuestro vocabulario y nuestro idioma sólo acarician… y superficialmente.

De esta ilusión sólo queda la tristeza, ella muy real y muy profunda y nos mantiene en la frontera entre la esperanza y la desesperanza. Esperanza porque sabemos que mi mamá está mejor y desesperanza porque mi mamá ya no está con nosotros. Pero yo quiero huir de esa frontera. Entonces camino y camino pero llego a una ‘inesperanza’ (palabra que me inventé).
Y así, me quedo pensando en esa palabra inventada cuando llega la noche: “Inesperanza” y me da consuelo. Y es entonces que encuentro nuestro universo hermoso, irrebatible, inexcrutable. Pero de inmediato, me doy cuenta que todo es caducable: mi familia, los que quiero, yo. Peor aún, veo nuestro universo como un escenario de sufrimientos donde todos comemos y donde todos somos comidos, y me doy cuenta que nuestro universo es intolerante, misterioso, cruel. Y al final, siempre me falta una palabra, una palabra que explique toda esta belleza del universo y toda esta crueldad del universo. Y no logro inventar otra palabra que me de consuelo.

Pero ayer por la noche encontré la respuesta: ESTO ES la vida misma: EXISTIR y CO-EXISTIR en este universo de opuestos. Blanco y negro. Alegría y tristeza. Vida y muerte.
Y se los digo con la tranquilidad de SABER, sin NINGUNA DUDA, que mi madre está mejor ahora: ya camina, ya ve, ya habla… y ya esta con mi papá. Y los dos me sonríen.

San Miguel Redentor

Foto tomada por Mariate Arnal.

El Pescau es un delicioso restaurante de San Miguel de Allende. Ahí pasé el domingo pasado, tomando solo, unos tequilas y unos mezcales durante dos horas (o tres, no recuerdo bien). Decidí llevar a esa hermosa ciudad a mi productor español –que estaba de visita en México, con su encantadora esposa–, a pasar un fin de semana. Quería aprovechar para contarle la idea de mi próximo proyecto: una historia de ciencia–ficción de viaje en el tiempo.

Mientras bebía con mi soledad, la música de Feist, el olor a tamarindo y la cantidad etílica en mi magro cuerpo me llevaron a tener una epifanía sobre el significado del talento que me recetó un golpe de humildad. Justo cuando aterrizaba bien ese momento, la pareja de al lado, unos sexagenarios europeos, me pidió si podía prestarle mi celular. Los noté algo agitados con una necesidad real de llamar. Mi problema es que yo le había prestado mi celular mexicano a mi productor, que estaba haciendo de turista con su esposa, para que estuviera comunicado, y él a su vez, me había dejado el suyo (con plan de España) para no cargar con los dos. ¿Qué hacer? “Venga”, pensé, “no todos los días se puede hacer una buena acción”. Así que prendí el celular de mi productor, esperé que el roaming se activará, y se lo presté.

Antes de regresar a mi momento de catarsis, he de explicar que siento que hoy en día, nos enfrentamos a una falta de originalidad y novedad en todas las artes. Lamento que se mira al pasado en busca de inspiración y, en vez de inspirarse en ello y mejorar, se hacen simples copias calca de algo que funcionó –o no–, sin siquiera actualizarlo. Y, al final, somos el espectador, el lector y el melómano quienes salimos perdiendo. A pesar que gracias al Internet la información está a la mano, seguimos estancados. ¿Será que nos estamos volviendo flojos y conformistas y que pensamos que todo nos es debido? Yo pienso que sí. El fast–buck se vuelve norma. Los remakes de películas y de telenovelas que se gestan en los corporativos de entretenimiento, y los reencuentros triunfales de las bandas de música ícono de décadas pasadas funcionan porque no existen alternativas interesantes o novedosas en un mercado acostumbrado a consumir recuerdo.

La constancia, elemento fundamental, se volvió innecesaria para desarrollar el talento. ¿Por qué? Por una simple razón: falta de ideología, esa pequeña palabra con tanto significado que acompañó fielmente los sesenta, setenta y ochenta. Décadas de inicios de eras, de movimientos, de corrientes, de opiniones, de doctrinas; reflejadas en todos los niveles socio–culturales, sobretodo en las artes, tanto plásticas como no–plásticas. Varios de nosotros hemos vivido en carne propia lo que esta palabra nos han traído: derrumbes de muros en Berlín, caídas de dictaduras en Sudamérica, alternativas musicales en Inglaterra, aperturas económicas en China. Sólo que ahora nos toca a nosotros sacudirnos esa apatía y esa inercia que nos impide ser constantes, y nos toca a nosotros aportar los cambios y traer novedad. Es imperativo dejar de voltear al pasado para volver a traer ese pasado al presente. Es necesario buscar y encontrar una bandera y seguirla hasta donde nos lleve. Es urgente. El pasado algún día se acabará y corremos el peligro de quedarnos con un presente sin forma o contenido.

Ahora bien, los cineastas, en particular los directores de cine, nos enfrentamos a una cierta visión equivocada de nuestra profesión. Esta visión está llena de mitos, caricaturas y clichés de seres inalcanzables. La realidad es mucho más simple: hacer cine es justamente eso, hacer cine. En el momento que escribes en un guión “cinco elefantes caminan en un desierto”, sabes que eso se traduce en un cúmulo de personas especializadas en buscar elefantes, entrenadores certificados, locaciones desérticas de fácil acceso, convoyes de camiones llenos de luces, vestuario y señalizaciones.

Muchas veces me da pena admitir que por eso me encanta hacer cine, por esa dedicación de transformar unas palabras en realidad –por más rebuscadas que sean (aunque nunca se trata de escribir fantasías que sólo encarecerían el presupuesto). Por eso hago cine: para aportar mi visión. Por eso entrego mi yo y mi súper–yo, para ser escrutado, criticado, examinado y, finalmente, juzgado. Y no pienso detenerme. Lo hago sin complejos ni culpas. Lo hago con pasión, y –concluí gracias a mi epifanía–, que si haces tu trabajo con arrebato, TODO estará bien porque lo haces con honestidad. Es tu yo honesto, auténtico, real, tangible. Tu yo honesto que se presenta desnudo pero sin pena. Tu yo honesto… y congruente.

Bastante satisfecho –y lo suficientemente borracho–, pedí la cuenta y el mesero me contó que los amables sexagenarios querían pagarla en agradecimiento de mi acción. Me negué, les agradecí y les regalé una botella de mezcal. Después de esto, ¿quién puede decir que la vida no es perfecta? Aunque todavía me toca decirle a mi productor que habrá una llamada a quién sabe quién y a quién sabe dónde en su cuenta de celular.

Star Wars The Force Awakens pero a mi me durmió – SPOILERS

Muchos spoilers. No leer si no lo has visto.
Work in progress.

Finn desarolla una conciencia y justo capturan a Poe Dameron.
Casualmente lo ayuda a escapar.
Casualmente caen en Jakku cerquitas de donde vive Rey.
Casualmente, Rey conoce a BB-8.
Casualmente Finn conoce a Rey cuando casualmente estaba defendiéndose de 2 sicarios y reconoce a BB8 porque casualmente Poe Dameron lo habia descrito en medio de una persecución en un TIE fighter que casualmente no han evolucionado nada.
Finn y Rey se escapan en el Halcon Milenario que casualmente estaba ahi con llave, tanque lleno y municiones.
Han Solo y Chewbacca casualmente se encuentran con su Halcon Milenario en el … espacio vasto, gigante e infinito y justo en ese momento, 2 bandas mafiosas se encuentran con él para cobrarle algo que les debía.
Finn, Rey, Chewie y Han Solo van a un bar que casualmente es muy similar al del episodio 4 y Rey se encuentra quién sabe cómo pero casualmente, con el Lightsaber de LUKE SKYWALKER (su papá?) en un cuarto de un sótano dentro de una caja.
Y así Rey descubre quién sabe cómo pero casualmente que tiene la Fuerza pero no le gusta de entrada, pero usa un Jedi Mind Trick para escapar. Así, casual. Fuck it, si JJ Abrams decide que quién sabe cómo soy una Caballera Jedi, lo voy a usar. O sea.
Casualmente la Estrella de la Muerte nueva que es mil veces más grande que la Estrella de la Muerte original tiene los mismos errores de diseño que la Estrella de la Muerte original y casualmente la destruyen igual que la Estrella de la Muerte original pero sin tanto alarde.
Casualmente, R2D2 despierta de repente y dice que tiene el mapa que complementa el mapa que tenia BB8 pero que R2D2 no podia saber que existía porqu estaba o dormido o desconectado o en sleep mode.
Casualmente, Kylo Ren es hijo de Leia y Han Solo y usa una máscara como la de su abuelo Darth Vader, sólo que esta máscara no sirve de nada pero la usa porque es fashion ser malo en el espacio y usar máscara negra.
Rey puede matar a Kylo Ren, pero no, lo deja ahi un poco jodido y algo despeinado.
Ah, y casualmente aparece un nuevo malo-malo-malo que se parece casualmente al hijo perdido de Voldemort y Gollum.

Seguiré actualizando.

Wise money

En los 70 Jerry Weintraub se enamoró –aunque reconoció que no entendió una palabra del guión- de una historia de Robert Altman (“The Player”, “Short Cuts”) que nadie quería financiar: Nashville. Después de patear todos los estudios en los que Jerry era bienvenido -pues no olvidemos que era el agente de gente como Elvis o Sinatra- sólo recibió un amable NO por respuesta.

Entonces se produjo esta conversación con Robert Altman:

JW- Look, I can´t find the Money, I can´t sell it, so here´s what I decided: I am going to put my own money into it, a million-nine, just to get us going

RA- (horrified) No, Jerry. Don´t put up your own money. That´s not how it works. You get them to put up their money.

Traducción:
– Mira. No consigo la marmaja (lana, pasta, guita). No logro venderla. Asi que he decidido poner mi propio dinero: un millón 900 mil para arrancar.
– (asustado) No Jerry. Tu no pones tu dinero. Así no funciona. Los convences que pongan su dinero

O sea, que el mismo director intentaba desalentar a su productor para que no hiciera esa locura. Aparte de un consejo amistoso, como el propio Jerry apunta en su biografía, también se trataba de no tener cerca del set al que ha puesto el dinero.

Pero hay formas sabias de hacer las cosas. Weintraub, aparte de poner el dinero en una producción independiente, una vez arrancado el proyecto vendió a un buen precio los derechos de televisión a la ABC y alquiló los servicios de los estudios para la distribución. El resultado: un taquillazo para la época (recuperó 5 veces lo que costó) y una película de culto para generaciones venideras.

Hay otra forma de invertir el dinero, y es a través de productoras independientes para apoyar proyectos audaces que nunca podrían obtener el greenlight de un estudio pero que el talento apoya y los espectadores acaban respaldando.

Les recomiendo este artículo de la revista Forbes que enumera los distintos magnates que han apoyado con su dinero a productoras al margen de los estudios obteniendo un gran retorno a su inversión y la reputación de hacer de mecenas de obras memorables en la historia de este joven arte. Se trata de Megan Ellison (hija de Larry Ellison (dueño de Oracle (el quinto nombre en la lista de los más millonarios del mundo (con 48 billones de USD))), James Packer (Australiano con 6.5 billones de dólares) o Arnon Milchan (Israeli con 4.5 billones de USD) entre otros, que han hecho posible títulos como Gravity (la de nuestro Alfonso Cuarón), 12 Years A Slave, The Master y Her.

Tampoco son literalmente al margen de los estudios. A veces los estudios distribuyen, a veces se quedan con las ventas internacionales, a veces financian el marketing… pero lo que es un hecho es que no las han PARIDO ellos. Y tanto la productora como los inversionistas están conscientes que tratar con ellos supo… mejor oírlo en boca de uno de los personajes de The Grifters de Stephen Frears en esta GRAN secuencia:

LILLY
A person that don’t look out for
himself is too dumb to look out for
anybody else. He’s a liability,
right, Bobo?
(…)
Or else he’s working an angle. If
he doesn’t steal a little, he’s
stealing big.

(Una persona que no se cuida es demasiado tonta para cuidar a otra persona. Es una carga ¿o no, Bobo? (…) O está preparando algo… Si no roba un poco, está robando mucho.)

Si aceptas desde el primer momento que te van a robar de una manera u otra puedes protegerte en los contratos con los mínimum guaranteed y otras estrategias. Lo más importante es que tu película llegue a los espectadores. Y puesto a elegir, es mejor que metan la mano en tu caja que en tu película.

En el próximo post cerraremos este tema con más información sobre la indie route, como la llama Art Linson, para financiar películas.

R,B,R!

El motto de todo cineasta es buscar la mínima expresión de lo máximo compartido (“comprender” consiste en eso, en palabras del Físico, Maestro y Tutor, Jorge Wagensberg). Por eso me emociona la economía con la que Spielberg te presenta a Oscar Schindler o el haiku de la pereza de Matsuo Bashô.

La síntesis es extremadamente compleja en un mundo en el que cuanto más corta es la pregunta más larga tiene que ser la respuesta, para no faltar a la verdad. Sino, pregúntenle al Gobierno Federal Mexicano lo que ha tenido que hacer para probar que el Chapo Guzmán es efectivamente el Chapo Guzmán.

Pero se acerca la primavera y es tiempo de renovación y de emprender grandes desafíos, así que allá voy:

¿Cuál es la mayor lección que debe aprender un cineasta?

Muchos otros podrían contestar mejor que yo, me refiero a grandes profesionales del medio con carreras consolidadas, pero me aventuraré a contestar desde mi humilde experiencia.

La respuesta: Saber cuándo hacer un “RBR!”.

Con este video –que hace más por el séptimo arte que toda la filmografía de Truffaut- podrán descifrar el acrónimo.

https://www.youtube.com/watch?v=Q5Fpp6cN1JM

Así es: RUN, BITCH, RUN! Un concepto sencillo pero esencial para la supervivencia. Es como en toda película de terror: si a una rubia la persigue un tipo enmascarado con un cuchillo de cocina, RBR! es sin duda las mejores últimas palabras que le puedas decir. Y como dice el Hagakure: This understanding extends to all things.

Vamos con las aplicaciones prácticas para que vaya calando el concepto:

– Si tu actor principal dice que prefiere no ensayar porque está en un proceso de evolución interior con el personaje que eclosionará en el rodaje… –> RBR!

– Si tu agente de ventas internacionales te pide dinero por adelantado para gastos para representar tu película… –> RBR!

– Si el hipotético inversionista en tu proyecto te pide dinero por adelantado para abogados y papeleo (juro que he leído casos) –> RBR!

– Si tus amigos te critican por criticar la industria del cine de tu país y te rematan con un: “No seas tan negativo! La última de Derbez tiene un mensaje bien lindo“… ——–> RBR!

– Si tu productor, cliente o quien sea te presiona para que enseñes un work in progress y a dicha petición le precede la frase: “Claro que yo sé mirar una copia de trabajo”, –> RBR!

Me encantaría leerlos en los comentarios con más situaciones de R, B, R!

La atmósfera cinematográfica es rey.

Imaginemos el siguiente ciclo de películas: Angel Heart de Alan Parker (Horror, Mystery, Thriller), Fargo de los hermanos Coen (Crime, Dramedy), Ratatouille de Brad Bird y Jan Pinkava (Animation, Comedy, Family) y The Duellist de Ridley Scott (Drama, War).

Lo primero que pensaríamos todos es que al programador de tal ciclo se le ha ido la mano con las drogas de Heisenberg (el de Breaking Bad). Pero claro, todos hemos participado en un cine-club o grupo de amigos cinéfilos y precisamente el tipo con gafas de pasta que elige la película no encaja en el perfil del consumidor habitual. Así que pensemos más. Todas las películas son de distinto género, distinto target, distinto presupuesto y distintas décadas y sin embargo tienen algo en común. Y no, no tiene que ver con taquilla o con actores y actrices que se enrollaron durante el rodaje o con el hermano menos conocido de los Bichir.

Vale. Si no han adivinado, se los diré: es la atmósfera. En cada una de esas películas y de muchas otras hay una atmósfera inolvidable: Vudú y ritos satánicos en una Nueva Orleans de pesadilla. Un pueblo de frontera entre un Dakota del Norte y un Minnesota gélidos. El París de los chefs míticos del siglo pasado. La Europa de las guerras napoleónicas.

Este post cierra el ciclo de fuentes de las que puede manar tu historia (tras la idea, la idea controladora y los personajes) y olvidarnos de la atmósfera sería olvidar una de las mayores fuentes de inspiración que podrán encontrar. Hay casos en los que primero vino la atmósfera y luego la historia. Y no son pocos.

Como cuenta Linda Seger, en su libro, Making a Good Script Great: el guionista William Kelley en los 60as, estudiaba en un seminario cerca del condado de Lancaster, Pennsylvania dónde tuvo ocasión de observar a los Amish. Poco a poco se familiarizó con su modo de vivir y su personalidad, y de ahí salieron distintos guiones para la ABC y hasta para un capítulo de la serie Gunsmoke (?? en México). 20 años después se encontró con otro guionista (Earl W. Wallace) que conocía bien a la policía de Pennsylvania. De ahí nació Witness de Peter Weir, uno de los mejores ejemplos de atmósfera impecablemente construida que se puede encontrar en el cine actual. Ahora imaginemos esa misma historia pero ahora el niño de “Witness” es testigo de un asesinato en una de las calles de Nueva York. Sería OTRA atmósfera y dudo que funcionara igual.

Otro ejemplo: gracias a la perseverancia del productor Jeremy Thomas y a la militancia de Bernardo Bertolucci al Partido Comunista, el Gobierno Chino accedió que se rodara en La Ciudad Prohibida, The Last Emperor, renunciando a más de 13 millones de visitantes que acudían en aquel entonces (hasta se impidió que fuera al rodaje a la Reina de Inglaterra en una visita oficial). Un kilómetro cuadrado de locación, 9,999 habitaciones (sólo el cielo tiene 10,000) y al Ejército Chino dispuesto a hacer de bulto. Y si sumamos a Vitorio Storaro de fotógrafo, estos maestros del cine nos transportaron a TODOS a –literalmente- otro mundo.

Yo clasifico las atmósferas en 3 grupos:

Lugar: El lugar comparte protagonismo con los personajes. Lugares que no conocemos por exóticos, lejanos o peligrosos. Sales del cine con la sensación de que ya has estado allí. Y que quieres volver. Ejemplo: The Beach de mi tocayo Boyle.

Tiempo: Nos transportan a otra época, futura, pasada o alternativa. Aquí ayuda mucho el vestuario y el acento… y en estos días en los que no te puedes fiar ni de la existencia de las chicas Playboy… los green screens. Ejemplo: The Age of Innocence de Martin Scorsese.

Oficio: Mi favorito. El tiempo puede ser actual y el lugar, el barrio de la esquina, pero te sumerges en un mundo absolutamente desconocido para ti: los homeless, el hampa, la cocina de un hotel, y así. Aún quedan muchos de estos “mundos” por explorar y es una atmósfera tremendamente fértil que rema a favor de conseguir que el espectador experimente justamente eso: ser espectador, o eso que llaman el efecto de vida vicaria: que se mire en el espejo de otro. Ejemplos: El Padrino 1, 2 y 3 de Francis Ford Coppola.